Por Cesar Ortiz Anderson
Las redes sociales vienen publicitando, agudizando el ingenio a través de los llamados memes para regocijo de los lectores, y me estoy refiriendo a uno de éstos, donde aparecen en la viñeta la víctima indefensa que personifica al ciudadano de a pie; seguido del infractor de la ley que lo ataca, verbigracia: El delincuente; el mismo que es neutralizado por el agente policial que a su vez se siente coaccionado por quien representa a la Administración de Justicia; de película.
Celebro la creatividad del gestor de este meme; aunque yo incorporaría un quinto personaje -no hay quinto malo- que no aparece claramente en la viñeta; no obstante el rol que viene “cumpliendo” que lo ubica por encima del bien y del mal; cuando su normatividad le otorga un doble rol que para mí es contradictorio; pues el fiscal como defensor de la legalidad tiene que defender los derechos de las personas y a su vez también el de los delincuentes que se encuentran dentro de aquella categorización; con lo cual, se explica no sólo la falta de productividad funcional que sus propias estadísticas institucionales grafican, sino la ineficacia y fracaso de la aplicación del nuevo Código Procesal Penal.
Voy ahora a referirme a cada uno de estos personajes, comenzando obviamente con el indefenso ciudadano, que vive en la fecha y desde hace buen tiempo como blanco objetivo de graves amenazas y hechos concretos contra su vida, integridad, salud y bienes ante la inercia del Estado Peruano que no encuentra aún, la estrategia que garantice los efectivos resultados contra la delincuencia común y crimen organizado y que la comunidad en pleno reclama con derecho.
El otro personaje, el delincuente cada vez más violento y cruento-cuyo negativo protagonismo social del migrante venezolano, caracterizado por un alevoso perfil ha agravado el escenario delictivo en nuestras ciudades- representando a los infractores de las ley, quiénes planifican no improvisan sus fechorías, sacando la vuelta a la ley, burlando de esta manera a las Fuerzas del Orden y Operadores de Justicia que aparecen como humillados y burlados ante la desesperación ciudadana.
El otro actor es el efectivo policial, tarea que en la fecha por la vorágine delictiva y el estatus quo jurídico y social los mismos, que lo deja desposeído frente a la eventualidad de una intervención en defensa de la sociedad, y ausente la protección que debe recibir por parte del Estado Peruano en defensa del Principio de Autoridad factor muy debilitado en la fecha, que lo afecta no sólo como representante de la ley, sino en su contexto personal, familiar y comunal; cuando como consecuencia de su actuación enmarcada en la normatividad, se ve expuesto no sólo a perder la vida; sino en el caso de sobrevivirla a perder la libertad, bien sagrado, después de la existencia como ser humano, cancelando así su proyecto de vida.
El último protagonista que aparece en el gráfico, se entiende que representaría a los magistrados que administran justicia (Poder Judicial); pero la escena quedaría incompleta; porque no aparece el personaje que representa al Ministerio Público; es decir, los fiscales investidos con su cinta o emblema de color blanco de autoridad, en cuyo rol, se refleja la parte más vulnerable en la cadena del Estado Peruano para la efectiva aplicación de la Ley contra el delito; pues bastaría sólo sincerar la publicación de sus propios registros institucionales del MP, para confirmar la clamorosa improductividad funcional en un estéril marco de burocracia. Considero que el personaje que faltaría en la viñeta, sería la que representa al Juez con su cinta roja, que yo lo pondría como el quinto personaje; pero de espaldas a los demás actores y con una venda en los ojos, como una forma de demostrar la inoperancia e indiferencia frente a la grave problemática social que representa la delincuencia en nuestro querido país: PERÚ.
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