Por Cesar Ortiz Anderson
Las matemáticas desde siglos atrás se han convertido en un instrumento para interpretar y confirmar situaciones diversas, donde las estadísticas porcentuales han tomado vigencia para medir diferentes factores sociales como por ejemplo el nivel de aceptación o rechazo del estamento político.
Hay un dicho que dice que, cuando el río suena es porque piedras trae, aunque como el presente gobierno, éste hace oídos sordos de estos avisos, que denotan un sentir de la comunidad que no se puede ignorar, que pueden utilizarse en el mejor de los casos para realizar replanteamientos gubernamentales -no en búsqueda de simpatías- sino para cumplir con sus promesas electorales; y en el peor de los casos, el hecho de no percibir los sentimientos en contra que se engendran en la población, la misma que puede ir convirtiéndose día a día en un detonante de una violencia social colectiva.
Se escucha a muchos políticos que ellos no trabajan para las encuestas; y prefieren llevar a cuestas lo que constituye según estudios realizados por el Teniente General PNP Félix M. Murazzo Carrillo con apoyo de la Fundación Alemana, una de las cinco fallas, defectos o vulnerabilidades del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana-SINASEC que genera que la crisis delictiva se incremente en nuestro país consiste “En la existencia de un escenario social en el que la ciudadanía tiene una percepción de desesperanza, desilusión y defraudación debido a la ineficacia del Estado -que es una constante- frente a la corrupción y comisión de delitos graves; y a la falta de respeto a la institucionalidad y los roles que deben cumplir las entidades públicas
Esta situación descrita se convierte en una especie de fulminante que en cualquier momento puede activar un detonante en el ciudadano de a pie, porque no se identifica con el orden y sistema democrático -lo que no se reconoce, no se quiere y lo que no se quiere no se defiende- y que en su desesperación pueda -como ya sucedió con el fenómeno terrorista que nos afectó por décadas- ser objeto de manipulación ideológica violentista, que debemos rechazar al igual que evitar; más aún si tomamos como referencia el insignificante 3% de aceptación que tiene la mandataria Dina Boluarte -y no es una bola, es una realidad- que puede explotarle en la cara a ella y sus mediocres ministros de sus frágiles e improductivos gabinetes que hasta la fecha la acompañan.
Interpretando dichas cifras, es como si de aproximadamente 34 millones 35 mil habitantes que en la fecha hay en Perú, vale señalar, sólo un promedio de personas que, por decir, radican en el departamento de Ica -por el número en que fluctúa su población- estarían emitiendo opinión favorable, ¿y el resto del país qué? ¿No hay que tomar en cuenta el resto del país?; ¿Cómo se explica este escaso nivel de aprobación? ¿Es producto de los sicosociales de esta gestión gubernamental?; Lo justifica acaso: Las proclamas y medidas populistas del gobierno, la desinformación de la población por falta de cultura política sujeta a manipulación electoral, el cosechar recursos financieros debido a la venta de comodities que nos hacen aparecer en azul nuestras cifras económicas, etc.
Finalmente, no nos engañemos, no patinemos, nos estamos quedando sin futuro, principalmente nuestros hijos y nietos que no nos pidieron venir a este mundo en que nuestro Perú se asemeja a una caldera imperecedera que nos debe llamar a la reflexión y no terminar como suele pasar con las naciones que acogieron ideologías como el Socialismo del Siglo XXI y que en la fecha se caracterizan por el hambre, la miseria y el éxodo que comenzó destruyendo a las personas, las familias, las sociedades y las naciones en que inhumanamente este fenómeno se afincó; la actitud e ineptitud de la Presidente Dina Boluarte -al no asistir al evento del CADE y estar ausente revelan la falta de gobernabilidad y gobernanza como representante de nuestro país- como el avestruz escondiendo la cabeza, poniendo en evidencia sus limitaciones, eso es una vergüenza.
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