Opiniones
El delito mas recurrente en el Perú el robo de celulares
Por Cesar Ortiz Anderson
La situación de Inseguridad Ciudadana es hoy muy complicada, con un gobierno sin voluntad política y sin tener una clara Política de Estado, con Instituciones que tienen que ver directamente con la problemática y estas inmersas en el gran mal del Perú que es la Corrupción e Impunidad, con cifras de criminalidad más que preocupantes, estando en el mes de Diciembre sin duda el más complicado en seguridad del año, estaba revisando material y veo un artículo de reflexión del periodista y escritor Pedro Casusol, al cual conocí hace años en el gimnasio Universal, Pedro nos cuenta un episodio que vivió con la inseguridad, nos relata que le robaron su Smartphone, ese aparato tecnológico en donde parece que esta consignada mi alma. No hubo violencia física, ni siquiera que me di cuenta, así que supongo que tuve suerte después de todo. Lo sustrajeron del bolsillo de mi saco cuando paseaba por el pasaje Porta, en el Distrito de Miraflores, en una feria de panes artesanales y panetones, repleta de gente aquel sábado a primeras horas de la noche, Anduve por ahí, achispado, dando vueltas, contento porque venia de adquirir, en la feria Ricardo Palma, la nueva edición del primer libro de relatos de Pilar Dughi. Andaba distraído mientras un amigo compraba panes al horno de queso y cebolla que devoramos camino a mi departamento.
Paso un buen rato hasta que me di cuenta: hervía tallarines cuando se me ocurrió llamar a alguien y busqué entre mis cosas el aparato. No estaba en mi saco ni en el morral, así que le pedí a mi amigo que llamara a mi número. El silencio de la sala y el contestador confirmaron mis peores sospechas: mi Galaxy A34 había caído en manos ajenas. Y con el, toda mi información, mi identidad digital, el acceso a mis cuentas bancarias, correos electrónicos, imágenes personales, aplicaciones y redes sociales. Varias veces me había puesto mentalmente en esa misma situación y sabía que hacer, comenzando por llamar al banco, bloquear todas mis tarjetas, avisar a mis contactos por si alguien se hacía pasar por mi, llamar al operador de servicio y bloquear mi IMEI.
Todo el proceso de poner a salvo mis datos fue más o menos rápido. Una búsqueda en internet me permitió comprobar que el aparato había sido apagado minutos antes, en Shell una calle de Miraflores, a escasos metros del parque, a la altura de donde venden accesorios y reparan celulares. Tal vez el ladrón, hábil carterista mano-de-seda, supo que yo no me quedaría de brazos cruzados y reaccionaria en menos de una hora, bloqueando cualquier acceso a mi información y datos. Otra habría sido la historia si el aparato hubiera sido robado a una persona mayor o alguien desinformado, qué no se percatará hasta después, viendo sus cuentas vaciadas, sus tarjetas de crédito o débito repletas de compras que no reconoce, sus redes sociales hackeadas, convertidas en paginas de venta de criptomonedas o usando mi numero para realizar extorsiones.
Por ello los smartphones se han convertido, de un tiempo a esta parte, en el commodity del mundo del hampa. Es el activo que se arrebata desde una moto lineal al incauto que chatea en cualquier esquina o en la puerta de su vivienda. Es el motivo de atraco con arma blanca o a punta de pistola para después ser vendido o desmantelado, clonado el numero IMEI, usado para otros delitos. Y es el ingreso al mundo de las plataformas y aplicaciones, la extensión de nuestro cuerpo, el cordón umbilical que nos conecta digitalmente, ello lo sabe muy bien el ladrón de turno que, cuando arrancha un celular o lo sustrae delicadamente de un bolsillo, comprende en el fondo que deja a su victima incomunicada, huérfana de redes sociales, con toda su intimidad expuesta a los ojos del ladrón o del extorsionador sin escrúpulos.
Hoy son tres días continúa contando Pedro, desde que robaron mi smartphone. Como el domingo y el lunes fueron asuetos, no he podido recuperar mis cuentas bancarias, reemplazar ese bendito aparato o activar las aplicaciones a las que me había acostumbrado. Solo he podido desempolvar un iPhone viejo que apenas sirve para contestar el teléfono. Los días se hacen largos sin acceso directo al mundo digital, sin tener que mirar cada minuto la pantalla negra, sin poder usar la billetera electrónica para comprar en la bodega. Me pregunto cómo será de aquí a unos años, cuando ya no necesitemos de un teléfono móvil y todos podamos interactuar en la web a través de una interfaz cerebro-computadora. Existirán nuevas maneras de hackear a los usuarios, aprenderán a romper cráneos para extraer de ahí el microchip. Algunas cosas no cambiaran, por mucho que avance la tecnología.
Hoy ante una inadecuada respuesta de este gobierno frente a la inseguridad ciudadana, es imprescindible que todos los ciudadanos asumamos una cultura de seguridad preventiva integral como norma de vida en todos los ámbitos, hay que ser solidarios como vecinos, el interesante relato de Pedro de seguro lo han vivido miles de personas, las cifras de esa modalidad delictiva según Osiptel se reportan un promedio a nivel nacional de alrededor de 4,500 celulares al día, por ello debemos ser cautos y prudentes, usar el sentido común y seguir una serie de recomendaciones en seguridad preventiva integral, hay personas que por evitar el robo de su celular han quedado gravemente heridas o muertas, hoy frente a la delincuencia armada es mejor no proteger algo material.
Finalmente, según el General (R) Baella ex jefe de la Dincote hay 50,000 delincuentes venezolanos en las calles y la mayoría con armas de fuego y hasta granadas, los delitos de alto impacto como las Extorsiones, el Sicariato y Secuestros Planificados, siguen aumentando a pesar que el ministro del interior señala una reducción de los índices de criminalidad, en mi opinión ya cumplió con el encargo de retirar al coronel Colchado, por el bien del país, debe dar un paso al costado.
Cesar Ortiz Anderson
Presidente de Aprosec
Cel.:999316197 / 998160756
Fan Page: Aprosec-PERU
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